¿Las manías, el refugio donde los ancianos se vuelven niños? Ancianos con manías.
¿Por qué se guardan en el frigorífico restos de comida incomestibles? ¿Por qué se cubren con sábanas los sofás y sillones pareciendo la sala o salón un lugar deshabitado? ¿A qué viene la rigidez de desayunar, comer y cenar a la misma hora exacta cuando nada ni nadie obligan a hacerlo? Rarezas y manías de una anciana de 87 años, que puede resultar ser su abuela. ¿Cómo sobrellevar la actitud de los ancianos con manías?
La propia manera de actuar casi nunca es percibida por uno mismo como rara
Todas ellas son pequeñas manías que llevadas a un extremo pueden convertirse en un problema serio para quien los sufre y para su relación con quienes le rodean; sobre todo, para la asistenta que tenga la función de cuidar al anciano. La primera sorprendida y molesta por el ritual de las manías es la persona que las tiene. No se explica por qué le sucede, ni de dónde le viene. Siente que no puede vivir sin someterse a esos rituales y se sabe esclava de ellos. ¿Por qué se ha convertido en una maniática?
Manías en torno a la limpieza, los escrúpulos y la salud.
La existencia de ciertas manías es algo normal, ya que se van adquiriendo a lo largo de la vida. La personalidad, edad y costumbres, factores que se van forjando con el devenir de los años, acaban incidiendo más en los ancianos que los jóvenes. Quizás por eso, los ancianos suelen ser más maniáticos que los jóvenes.
Si se preguntara al maniático para qué lo hace, cuál es el objeto de sus actos, no sabría contestar.
Los ancianos se permiten tener más manías porque tienen menos que perder. Para las personas mayores el coste de mantener sus rarezas es relativamente bajo, nada comparable con el que supone para quienes tienen que conservar un trabajo o compartir la vivienda con la familia.
Con los años nos hacemos más torpes y olvidadizos, y las manías nos ayudan a sentirnos más seguros.
A medida que una persona se va sintiendo mayor, el temor a la propia inseguridad le impulsa a aferrarse a hábitos rígidos, que convierten en inflexibles: la hora de comer, la de leer, la de pasear, la de… El problema surge cuando comienzan a coartar el tiempo y la estabilidad de la persona y convierten en problemática la convivencia con ella.
Desarrollan muchas manías, su obsesión por el perfeccionismo
No olvidemos que las personas mayores nacieron en un contexto social en donde los “viejos” convivían con las familias de forma respetuosa y esta desestructuración social les resulta cuanto menos chocante.
Y su madre, ¿también tiene rarezas que dificultan la convivencia?