¿Cuáles son las barreras arquitectónicas que las personas con movilidad reducida se encuentran en su vida diaria? ¿Cómo superarlas?
Si disfrutamos de una movilidad normalizada y normativa, nunca podremos llegar a entender qué se siente cuando encontramos obstáculos allá donde vayamos que nos impiden, incluso, llevar a cabo las tareas más cotidianas. Sin embargo, podemos acercarnos a esa realidad si imaginamos que, cada vez que tuviéramos que ir a hacer la compra o cada vez que tuviéramos que coger un tren, necesitáramos escalar una pared vertical.
La necesidad de adecuarnos a las necesidades de todas las personas es un hecho evidente, y aunque se está produciendo un cambio progresivo, tanto a nivel arquitectónico como en la mente de las personas, todavía queda mucho por hacer. ¿Cuáles son y cómo superar las barreras arquitectónicas?
La diversidad funcional y las barreras arquitectónicas
Una barrera arquitectónica hace referencia a un obstáculo que cierta parte de la población se encuentra en la vía pública o en un edificio. En España, todavía existen muchos entornos, incluida la vía pública y otros espacios de este ámbito, en los que encontramos diversas barreras arquitectónicas: bordillos, escalones, escaleras, rampas empinadas, ascensores averiados…
Supuestamente, es obligatorio, por ley, adecuar todos los espacios a las personas con dificultades de movilidad. Pensemos que, dentro de este grupo, se sitúan las personas con diversidad funcional, pero también las mujeres embarazadas, las personas mayores o las personas convalecientes, entre otras.
Intentos fallidos que pueden ser muy peligrosos
Pero no solo pensemos en todos esos lugares a los que estas personas no pueden acceder o, al menos, acceden con dificultad. También existen numerosos intentos fallidos al internar adaptar un entorno para que fuera accesible para todos. Estos intentos van desde rampas muy empinadas que se supone que están dirigidas a las sillas de ruedas y que, de utilizarlas, la vida de esas personas podría correr riesgo, hasta baños supuestamente adaptados a las personas con movilidad reducida que cuentan con escalones para acceder a los mismos.
Estos errores, además de que pueden ser ofensivos para las personas con diversidad funcional, aunque se hayan producido sin intencionalidad, retratan una sociedad muy poco consciente de la realidad y las necesidades de estas personas. Es necesario, por tanto, concienciar y sensibilizar a la sociedad con respecto a su situación.
Formas de superar las barreras arquitectónicas
Evidentemente, no podemos dejar de insistir en la necesidad de invertir en la adaptación de estos espacios públicos y privados. Mientras tanto, existen formas de superar, aunque no todas, ciertas barreras arquitectónicas, especialmente en las viviendas y en los portales. Sin dejar de insistir en la necesidad de una accesibilidad total y válida que no requiera de tantas ayudas técnicas, se puede optar por rampas que no requieren de instalación y que, en muchos casos, son fácilmente transportables.
A la hora de afrontar escaleras de mayores dimensiones, sobre todo cuando vivimos en un dúplex o nuestra vivienda no tiene ascensor, existen sube-escaleras y orugas preparadas para ello. Sin embargo, en este caso, al necesitar la ayuda de un acompañante, la accesibilidad se limita de forma evidente, al no proporcionar la autonomía necesaria. Para las tareas cotidianas en el hogar, aunque debemos hacer de las viviendas lugares accesibles, las ayudas técnicas como asideros, elevadores de WC o sillas para ducha se convierten en elementos imprescindibles para el día a día de las personas con diversidad funcional.
Adaptación de entornos en Bizkaia: en Bilbao y Getxo
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