Voy a estar un tiempo ausente allí donde habita el olvido...
Primero fue Gustavo Adolfo Bécquer con su rima LXVI. Más cercano a nuestros días Joaquín Sabina, haciendo un guiño al poeta compuso: “un amigo común, que la vio donde habita el olvido". Pues como diría Joaquín Sabina; mi padre está “donde habita el olvido”.
Si vuelvo por aquí os avisaré de alguna manera. ¡Hasta siempre!
A veces, mientras reposa en su cama, lo miro a los ojos y, por momentos, creo vislumbrar las sombras de ese mundo lejano. Pero no puedo ver mucho más, y entonces me pregunto: ¿cómo será ese lugar?
Cuando el médico pronunció la frase; “su padre tiene Alzheimer”, una sensación inexplicable invadió todo mi ser provocándome una depresión. Sabía que no existía cura para la enfermedad del olvido. Sus consecuencias son la muerte de una gran cantidad de neuronas que afectan a la capacidad de una persona recordar, pensar claramente y tener buen juicio.
Quiero que viva su vida completamente, lo mejor que pueda
En un principio era fácil confundir los olvidos de mi padre con los achaques propios de la edad, pero poco a poco, los problemas de memoria se tornaron cada vez más serios. El detonante que provocó una cita con el neurólogo, se debió cuando nos avisaron que mi padre se encontraba perdido y no paraba de preguntar a los transeúntes por una calle perteneciente a otro municipio.
Cuando el ser humano alcanza el lugar “donde habita el olvido”, suelen encontrase con dificultades para realizar las actividades de la vida diaria, como hacer la comida, pagar facturas o conducir.
De pronto le resulta complicado lo sencillo.
Algunas personas con Alzheimer tienen miedo, inseguridad y por ello están constantemente preocupadas, enfadadas o en ocasiones violentas. La inexorable evolución de la enfermedad acaba provocando que la mayoría de las personas con Alzheimer requieran ayuda para todo, incluso para comer y asearse.
Si se encuentra en la situación de pensar “últimamente no me reconoce mi padre” o “cómo ha cambiado mi padre en los últimos meses”, no debe dudar en comentarle estos pequeños o grandes cambios al médico de cabecera.