«La situación se tornó insostenible, pero yo no podía traerla a vivir conmigo; necesita una ayuda a domicilio»
"Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que sí puedo y sabiduría para reconocer la diferencia." Esta hermosa oración fue escrita por un hombre llamado Reinhold Niebuhr en 1943 bien puede utilizarse como preludio de los siguientes hechos. A veces, aceptar que se necesita una ayuda a domicilio es la única opción.
¿Cómo atender y cuidar a los padres cuando uno no es un especialista?
Nuestra madre de 62 años, viuda desde hace muchos años, siempre había vivido en su propia casa y se manejaba con total independencia. Puede que la jubilación forzosa fuese el detonante de su depresión y abandono. Puede que nuestra madre, antigua docente de historia y geografía no asumiese los nuevos cambios a los que debía enfrentarse. Lo que sí es cierto, es que al desanimo se sumo el accidente cerebro vascular que obligó a toda la familia a realizar cambios drásticos y repentinos.
Las palabras de Reinhold Niebuhr tienen un significado especial para la mayoría de los familiares que tiene que afrontar situaciones delicadas en tiempos de agitación, desesperación o incertidumbre en sus vidas. ¿Quién está preparado para semejante responsabilidad?
«Hacerse cargo de un anciano surge a veces por una afección repentina, como un infarto o un accidente cerebro vascular, o puede ser un proceso lento, que se instala paulatinamente»
El cambio de roles para afrontar la nueva situación se transforma en una relación de dependencia. Por un lado, tenemos a la madre que se da cuenta de que pierde su independencia. Por otro al hijo, que también toma conciencia de que ha perdido parte de su autonomía cuando debe dedicarse a cuidar a otra persona y postergar muchos de sus proyectos.
La ayuda que suelen ofrecer los hijos o familiares, no se refiere tanto a cuestiones del ámbito geriátrico, sino a tareas más funcionales (como limpiar la casa, hacer las compras o ir al médico), u otras actividades básicas (comer, caminar o bañarse).
Aquellos padres fuertes, sobre los que nos apoyamos en la infancia, pierden su autonomía y dependerán de nosotros para poder vivir.
La decisión de traer a los padres a casa no debe ser tomada en forma apresurada. Hay que revaluar y conserva sobre la posible reacción de los nietos y del resto de la familia, cuál va a ser el espacio privado y el espacio común, cómo se manejarán los gastos.
Las exigencias y las demandas suelen superar la capacidad de respuesta de las personas, y eso resulta estresante.
Cada día es más fácil que surjan personas mayores o ancianos que necesitan atenciones especiales. Necesidades que van mucho más allá del acompañamiento y en Domukea somos conscientes de ello. Por esta razón, ofrecemos soluciones que faciliten la vida de las familias desplazando a los mejores profesionales a su propio domicilio o residencia sin que tenga que preocuparse por movilizaciones y esperas.