Una residencia con obstáculos físicos o espirituales, una institución con barreras, son formas análogas de exclusión. Residencia geriátrica
Las personas mayores y las familias acuden a la residencia geriátrica cuando no queda más remedio. Hemos escuchado hasta la saciedad este viejo aforismo familiar y nos lo hemos terminado creyendo de tanto repetirlo.
La historia se repite en cada familia, cuando los hijos intentan, a costa de no pocos problemas y sacrificios mantener a sus padres en sus propias viviendas. Pero a menudo los horarios laborales y el ritmo de vida actual les impiden poder atender debidamente a sus mayores, más aún si estos han dejado de valerse por sí mismos o necesitan de cuidados especiales. En estos casos, recurrir a una residencia suele ser la mejor solución para ambas partes.
Pero es entonces cuando aparece una nueva preocupación: ¿Cuál será la residencia ideal?
¿Se diseña verdaderamente a partir de la responsabilidad moral de respetar el lugar donde otro va a vivir?
Y aquí empieza un interminable rosario de características y exigencias:
- Que sea un centro legalmente autorizado cumpliendo todas las condiciones reguladas por decreto y tenga otorgado el certificado ISO 9001
- Que el edificio y el mobiliario sean ergonómicos. La residencia está arquitectónicamente construida en planta, a modo de chalets adosados con un claustro interior.
- Que este ubicada en un lugar bonito y tranquilo. El lugar que linda con un picadero de caballos donde los residentes pueden observar tranquilamente los entrenamientos hípicos.
- Que las habitaciones y el resto de las dependencias sean amplios, espaciosos, luminosos y soleados. En la Residencia Santamariñe todas las habitaciones, tanto dobles como individuales, disponen de terraza que da al jardín.
- Que la limpieza impere en todo el recinto. La sensación de un ambiente higienizado y fresco debe imperar en todo el establecimiento.
Las residencias son centros de alojamiento cuya función principal es la de sustituir al hogar, proporcionando a sus usuarios una atención integral.
- Que cuente con una buena asistencia médica-sanitaria.
- Que el personal sea amable y agradable.
- Que dispongan de una amplia plantilla de profesionales, Enfermera, Fisioterapeuta, Terapeuta Ocupacional, Psicólogo, Asistenta Social, etc.
- Que sirvan una buena comida. La comida se prepara completamente “in situ” por nuestro servicio de cocina.
- Que tenga un amplio programa de actividades para que no se aburran los residentes…
Lo curioso es que afortunadamente hoy en día casi todas cumplen con estas exigencias.
Entonces ¿Qué es lo que la convierte en una residencia ideal? Pues es algo que no se puede regular por ley. Me refiero a la calidad humana de todos los que trabajan en la residencia. Algo que solo puede lograrse cuando el director o directora del centro, impone y valora esta cualidad por delante de todo. No olvidemos que es esta calidad humana, la que permitirá que los abuelos residentes, se sientan tan “arropados” como se sentirían en sus casas.