¿Por qué tienen comportamientos y conductas difíciles?
La enfermedad avanzaba sin que nadie se percatara, pues los cambios iban apareciendo progresivamente, entre ellos las conductas difíciles. El pistoletazo de salida lo dieron los médicos cuando diagnosticaron Alzheimer a su madre. Además, advirtieron que ya no podría seguir viviendo sola, por lo que muy a su pesar, tuvo que venirse a vivir a su casa.
Los arranques de ira son episodios momentáneos que hay que controlar y ayudar a encauzar.
Su situación familiar y laboral, viuda y sin hijos, y empleada de unos grandes almacenes, obligo a contratar a una vecina para hacerle un poco de compañía a su madre y ayudarla al mediodía a calentarse la comida que le deja siempre preparada. De esta manera se resolvía, aparentemente, el problema de despertar a su madre temprano y ayudarla en el aseo, preparar el desayuno y controlar el tratamiento, haciéndolo de manera precipitada. El resto del día, su madre anda sola dando vueltas por el piso refunfuñando y rumiando.
Es la familia y el cuidador quien debe entender y organizar la vida del dependiente con rutinas que faciliten la convivencia a todos.
Hace unos días, la cuidadora empezó a quejarse de los insultos y las amenazas que lanzaba su madre: “¡para estar con esta imbécil, mejor me hubiera quedado en casa!” “¡Además, me sirve la comida fría!”. El poco conocimiento y formación que tiene de la enfermedad le fuerzan a amenazar, cada poco, a su madre con un posible ingreso residencial, si persiste en su actitud nerviosa y agresiva.
La mayoría de las conductas y los comportamientos negativos y difíciles se desencadenan por el malestar del paciente enfermo y sin una intención manifiesta
A medida que avanza la demencia, las personas dependientes van perdiendo la capacidad de controlar sus emociones, expresando los sentimientos y emociones de forma primitiva. Además, su discapacidad les impide atender a las emociones de los demás y observar si los otros se sienten bien o mal. Lo cierto es que, la mayoría de las familias que sobrellevan conductas difíciles sufren un incontrolable número de interrogantes: ¿no debía a haber traído a su madre a casa? ¿Cómo conciliar su ritmo de vida laboral y al mismo tiempo respetar a su madre por las mañanas? ¿Debería ocultar a su madre el cansancio que provoca su cuidado? ¿Debería o no amenazar a su madre con un posible ingreso en una residencia? ¿Debería haber seleccionado una cuidadora con más formación?
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Son muchas las interrogantes que surgen en las familias tratando de buscar una solución al problema. Algunas serán de difícil resolución, aunque otras tendrán una salida sencilla. Piense que una persona enferma, que no controla sus sentimientos, ni emociones, debe ser orientada con estrategias que eviten esos comportamientos o al menos, a mantenerlos con una frecuencia baja. Evidentemente, esta tarea debe ser encauzada, tanto por el cuidador profesional, como el cuidador familiar.
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