Beneficios de un mantenimiento adecuado de la chimenea
Nada más insinuante y reconfortante que sentarse frente a una chimenea, disfrutando de una buena taza de té mientras se mira la hipnótica danza del fuego. Pocas sensaciones se comparan al calor y aroma que regala la leña ardiendo, mientras afuera llueve. Por algo los españoles llaman “hogar” a la chimenea.
Una instalación, adecuadamente mantenida, contribuirá a mejorar la calidad del aire que respiramos.
Tradicionalmente, se admite que «más vale prevenir que curar», pero ese viejo refrán no suele aplicarse para aquellos objetos o utensilios que tienen un uso esporádico, y la chimenea es un claro ejemplo de ello. No se debe esperar al invierno para el mantenimiento de su chimenea ya que, es posible que cuando necesite de su uso se percate que el funcionamiento no es el adecuado, pierde humos, malas olores, entre otros.
Para evitar incendios: el deshollinar y quitar los vitrificados evita la acumulación de depósitos que puedan inflamarse en la chimenea y propagar el fuego a la vivienda
Cada vez que encendemos la chimenea, la combustión de leña crea hollín que se vitrifica, acumulándose el creosoto, es decir, el residuo restante de quemar la madera, en las paredes del tubo de la chimenea. La acumulación de hollín puede generar la emisión de humo y la propagación de monóxido de carbono, muy tóxico. Por otro lado, el creosoto es inflamable, y a medida que se va acumulando, se corre un alto riesgo de que se prenda fuego.
Para evitar las intoxicaciones: en un conducto demasiado sucio u obstruido, los gases de combustión no pueden evacuarse correctamente, y se puede producir una mala combustión que suponga un peligro para la salud.
Lo conveniente sería deshollinar los conductos de la chimenea cuando la cantidad de leña consumida sea aproximadamente de 3500/4000 Kg en el caso de las frondosas (roble, encina, haya, fresno…), y algo mas frecuentes, 3000/3500 kg en el caso de las resinosas (pino, abeto…). Si bien es cierto que en la mayoría de los países europeos la normativa obliga la limpieza de las chimeneas de combustibles sólidos al menos una vez al año.
Para ahorrar: un conducto sucio perjudica el funcionamiento de una instalación y disminuye su vida útil. En una caldera sucia, la pérdida de rendimiento es del 7% al 8% por cada milímetro de depósito.
No obstante, en una chimenea con poco uso hay que tener en cuenta el hecho de que los pájaros pueden construir nidos en la chimenea o puede haber otro tipo de deterioro que podría hacer peligroso la utilización de misma.
La entrada de humo por la chimenea, puede ser debido a varias razones: por cúmulo de hollín, por existencia de un nido de pájaros, por mala combustión, etc.
Si lleva más de dos años sin realizar una limpieza de su chimenea y habitualmente enciende su chimenea como apoyo a la calefacción o para disfrutar de ella, es el momento de consultar con un especialista.